Tercer paso: aplomar la puerta
El procedimiento
para colocar una puerta está desarrollado en varias entradas. Si todavía no las
viste, te recomiendo leer:
El aplomado de las puertas
En este
paso se busca presentar la puerta, y amurarla de la forma más vertical posible.
A esta operación se la denomina “poner a plomo”, en referencia a la herramienta
que históricamente se uso para ello: la plomada. Ésta consta de un cierto peso
colocado al final de un hilo y que, cuando se lo deja colgar libremente y quedar inmóvil, marca la perfecta verticalidad. Si no estás al tanto de cómo se
usa una plomada te recomiendo ver, acá, la plomada y su uso. Si bien la plomada fue, y es todavía, la herramienta
más usada y exacta, también se puede aplomar con un nivel tipo “laser”, o con un
nivel de mano (o de burbuja), si es lo suficientemente
largo y está en buenas condiciones.
La necesidad
de “poner a plomo” rige para todos, o casi todos, los componentes de una obra
de construcción típica, pero en el caso
de las puertas toma más importancia porque de quedar “fuera de plomo” podría
suceder que, al abrir la hoja, ésta
terminara rozando contra el piso, rayándolo; y hasta podría trabarse y no abrir
del todo. Por otro lado, las puertas mal
aplomadas van a tender a abrirse, o cerrarse, cuando queramos dejarlas entornadas,
o a medio abrir. Además, una puerta mal
aplomada señala ese defecto inmediatamente con respecto a una pared bien hecha, bien vertical,
empobreciendo así el resultado final del trabajo.
Método de aplomado de una puerta
Suponiendo
que ya cumpliste con lo que se describió en el Paso 1 (ubicación y alineación con
la pared, y en el Paso 2 (nivelación con respecto al piso), sólo queda preocuparse por que
la puerta quede bien vertical. Se lo hace apoyando la plomada sobre cada una de
las “patas” o jambas del marco, y se busca el plomo moviendo la puerta hacia uno
u otro lado, liberándola del peso de los tirantes o puntales cargados, descritos en el Paso 2. Tal como se ve en la figura 1, se levanta el tirante correspondiente, se corrige la
posición y se vuelve a apoyarlo.
Figura 1
De esta
manera, accionando sobre cada jamba en forma independiente, se busca que el
marco quede a plomo, tal como se ve en la figura
2. Durante estas operaciones hay que tener que tener mucho cuidado en no modificar
las otras dos condiciones (alineación y nivelación) que debe cumplir una puerta
bien colocada.
Figura 2
Recomendaciones finales
Es conveniente
que durante los Pasos 1 y 2 se vaya controlando la vertical de la puerta,
aunque sea con un nivel de mano, para que las correcciones a hacer en este Paso 3 sean
las menos posibles. Cumplidos los 3 Pasos, es necesario levantar las paredes y
amurar la puerta lo antes posible para evitar que un movimiento accidental la saque
de posición. En el transcurrir habitual de una obra ésto puede pasar, así que si, por ejemplo, la
puerta tuviera que ser amurada al día siguiente de presentada, sería conveniente volver
a controlarla antes de su fijación definitiva. Para estar más seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario